Las vacaciones suelen ser un respiro necesario: rompemos con el ritmo habitual, descansamos, desconectamos (o al menos lo intentamos) y nos dedicamos más tiempo a nosotras y nosotros mismos, a la familia, al ocio y al bienestar. Pero tarde o temprano, llega el momento de la vuelta a la rutina. ¿Y qué ocurre entonces?
La vuelta a la rutina puede venir acompañada de una mezcla de emociones: cierta tristeza, pereza, ansiedad o incluso irritabilidad. Es algo completamente normal. Y aunque no podemos evitar que las vacaciones se terminen, sí podemos prepararnos emocionalmente para volver con más calma y equilibrio.
Aquí te damos algunas claves prácticas para enfrentarte al regreso sin que se te haga cuesta arriba.
1. Acepta lo que sientes
Lo primero para afrontar la vuelta a la rutina: no te juzgues si te cuesta volver. No eres la única persona a la que le pasa, y no es señal de debilidad o falta de motivación. Es simplemente una respuesta emocional lógica: tu cuerpo y tu mente han cambiado de ritmo, y adaptarse de nuevo lleva un tiempo.
Es útil ponerle nombre a lo que sientes: cansancio emocional, bajón postvacacional, falta de concentración… Identificarlo te ayudará a gestionarlo mejor.
2. No retomes todo de golpe a la vuelta a la rutina
Uno de los errores más comunes es querer recuperar el ritmo “a tope” desde el primer día. Eso puede generar más estrés del necesario. Lo ideal es incorporar poco a poco las tareas, responsabilidades y horarios, dejando espacio para ir ajustándote con más naturalidad.
Algunas ideas para hacerlo:
- Evita agendar reuniones importantes el primer día.
- Revisa tus correos y tareas con orden, sin intentar resolverlo todo en una mañana.
- Si puedes, vuelve de vacaciones uno o dos días antes de reincorporarte, para organizarte con calma.
3. Mantén pequeños placeres de las vacaciones en tu vuelta a la rutina
Aunque hayas vuelto al trabajo, no significa que todo lo que te hacía sentir bien tenga que desaparecer. Intenta incorporar elementos agradables de tus vacaciones a tu rutina diaria:
- ¿Desayunabas sin prisas? Reserva 10 minutos más por la mañana.
¿Leías o paseabas cada tarde? Busca un hueco para seguir haciéndolo.
- ¿Te sentías más conectada o conectado contigo mismo? Reserva espacios de autocuidado.
Estas pequeñas acciones ayudan a mantener el bienestar emocional y evitan que la rutina se sienta como un corte brusco.
4. Organiza tus días con objetivos realistas
Durante los primeros días, es común sentir que “no se rinde” como antes. La concentración puede estar baja, y la motivación tarda en aparecer. Por eso, ponerte metas alcanzables y claras puede marcar la diferencia.
Puedes usar esta fórmula simple:
- 1 cosa urgente
- 2 cosas importantes
3 cosas pequeñas o administrativas
5. Cuida tu descanso y tus hábitos en tu vuelta a rutina
El sueño suele alterarse en vacaciones: nos acostamos y nos levantamos más tarde, comemos distinto y cambiamos nuestras rutinas. Por eso, una parte importante de la adaptación es recuperar hábitos saludables poco a poco:
- Vuelve a horarios de sueño regulares.
- Hidrátate y come de forma equilibrada.
- Haz algo de movimiento (caminar, estiramientos, deporte suave).
- Reduce el tiempo frente a pantallas antes de dormir.
Estos gestos ayudan a que tu cuerpo también se reequilibre, lo que repercute directamente en tu estado emocional.
6. Comparte cómo te sientes
Hablar con tus compañeras y compañeros de equipo, amistades o familiares sobre cómo estás llevando la vuelta a la rutina, al trabajo, puede ayudarte a normalizar lo que sientes. A menudo, descubrirás que no estás sola o solo.
Además, compartir puede generar un ambiente de empatía en el trabajo y hacer que el regreso sea más llevadero para todas las personas.
7. Planifica algo que te ilusione
Una buena forma de motivarte es tener algo que esperar a corto o medio plazo: una escapada de fin de semana, una cena con amistades, una nueva actividad o taller, algo que te conecte con el disfrute.
No se trata de vivir pensando solo en el próximo descanso, sino de mantener el equilibrio entre trabajo y bienestar durante todo el año.
La vuelta a la rutina tras las vacaciones puede ser un reto emocional, pero también una oportunidad para revisar cómo nos organizamos, cómo cuidamos nuestro bienestar y cómo podemos hacer que el día a día sea más amable.
Tomarte el tiempo para reconectar, cuidar tus hábitos, ajustar tus expectativas y hablar abiertamente de cómo te sientes es clave para gestionar el regreso con más calma y menos presión.
Recuerda: no se trata de volver igual, sino de volver mejor.