En julio de 2005, España se convirtió en el tercer país del mundo en legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Dos décadas después, este aniversario no solo representa un triunfo histórico en materia de derechos humanos, sino una oportunidad para reflexionar sobre el camino recorrido —y el que aún queda por andar— para la plena igualdad del colectivo LGTBIQ+ a nivel global.
Lo conseguido hasta ahora merece ser celebrado. Pero también invita a observar el contexto internacional con mirada crítica, porque los avances no han sido universales, y los retrocesos, lamentablemente, son una realidad en muchas regiones.
Dos décadas de avances: el mapa del progreso
Desde el año 2001, cuando Países Bajos se convirtió en el primer país del mundo en legalizar el matrimonio igualitario, la ola de derechos ha ido creciendo. En 2024, ya son 38 países los que han aprobado el matrimonio entre personas del mismo sexo, y muchos más los que han avanzado en otros derechos civiles como la adopción, el reconocimiento legal de la identidad de género o la protección frente a la discriminación.
Algunos hitos destacados del colectivo LGTBIQ+:
- Europa ha liderado buena parte de esta transformación: Bélgica, Noruega, Islandia, Alemania, Francia y, más recientemente, países con tradición más conservadora como Grecia, Eslovenia o Estonia, han aprobado leyes inclusivas.
- América Latina ha sido un referente regional. Argentina fue pionera en 2010, y luego se sumaron Uruguay, Colombia, Brasil, Chile, Ecuador y Costa Rica.
- En Oceanía, Australia y Nueva Zelanda consolidaron sus leyes igualitarias tras procesos democráticos y movilización ciudadana.
- Asia comenzó a dar sus primeros pasos con Taiwán en 2019, y Tailandia ha aprobado en 2024 el matrimonio igualitario, convirtiéndose en el segundo país asiático en hacerlo.
- En África, solo Sudáfrica ha legalizado el matrimonio igualitario (en 2006), aunque la criminalización persiste en más de 30 países del continente.
Mucho más que matrimonio: derechos que construyen dignidad LGTBIQ+
El matrimonio igualitario es un símbolo potente, pero no agota las demandas del colectivo LGTBIQ+. A su alrededor se han logrado importantes avances en muchos países:
- Reconocimiento legal de las familias diversas, incluyendo la adopción conjunta, la filiación automática en parejas del mismo sexo, o el acceso a la reproducción asistida.
- Leyes de identidad de género, que permiten a las personas trans y no binarias modificar su nombre y género en documentos oficiales sin requisitos patologizantes ni intervenciones médicas obligatorias.
- Protección frente a crímenes de odio, discriminación en el trabajo, el acceso a la salud, la educación o la vivienda.
- Educación inclusiva, promoviendo la diversidad sexual y de género en los currículos escolares, aunque aún muy desigual según la región.
El Orgullo LGTBIQ+ como trinchera: retrocesos y resistencias
Sin embargo, la realidad global está lejos de ser homogénea. Mientras algunos países avanzan, otros retroceden. En los últimos años hemos asistido a:
- Criminalización reforzada en países como Uganda, Nigeria, Rusia o Arabia Saudí. En algunos casos, se contempla incluso la pena de muerte por relaciones entre personas del mismo sexo.
- Discurso de odio institucional: gobiernos que impulsan leyes «anti-propaganda» LGTBIQ+, como en Hungría o Polonia, o vetos a contenidos educativos o culturales.
- Leyes anti-trans en EE.UU., donde varios estados han restringido el acceso de personas trans a tratamientos hormonales, baños públicos o competiciones deportivas.
- Violencia social creciente, incluyendo agresiones, asesinatos y persecución policial en muchos países, incluso dentro de democracias formalmente protegidas por la ley.
Este contexto pone de manifiesto que los derechos conquistados pueden no ser definitivos. Requieren vigilancia, movilización y políticas públicas activas para sostenerlos.
Lo que aún queda por lograr
En este aniversario, es vital reconocer que el camino hacia la igualdad plena está incompleto. Entre los principales retos globales destacan:
- Despenalización universal: aún hay más de 60 países que criminalizan las relaciones entre personas del mismo sexo.
- Reconocimiento legal de personas trans, no binarias e intersex: en muchos lugares, aún se exige esterilización, evaluaciones psiquiátricas o largos procesos judiciales para reconocer la identidad de género.
- Protección frente a la discriminación: solo 11 países en el mundo prohíben explícitamente la discriminación por orientación sexual y/o identidad de género en todos los ámbitos.
- Acceso igualitario a la salud: desde terapias hormonales a salud mental libre de prejuicios, pasando por el derecho a una atención médica sin discriminación.
- Visibilidad y representación: en medios de comunicación, espacios laborales, política y educación, sigue habiendo una clara infrarrepresentación de personas LGTBIQ+ en roles de liderazgo.
El orgullo no es solo una celebración, es un acto político
A 20 años del matrimonio igualitario en España, es momento de celebrar el amor, la dignidad y la igualdad. Pero también de mirar hacia afuera: hay quienes aún no pueden vivir con libertad su orientación o identidad, hay derechos bajo amenaza, y hay nuevas generaciones que merecen crecer en un mundo sin miedo.
La igualdad no es un destino, es una construcción colectiva. Y cada Orgullo es un recordatorio de que los derechos se conquistan, se defienden y se amplían, juntas y juntos, cada día.